Capo y Grosso

El Deportivo Merlo no pudo con el Pincha en los 90 minutos, pero si acertó más y mejor en la lotería de los penales. ¿El héroe de la noche? El arquero, el prócer en vida: Diego Capogrosso.

La primera acción que confeccionan los equipos de Juan Manuel Azconzabal cuando ingresan a cualquier campo de batalla es acomodarse y jugar, entonces, desde esa plácida comodidad. Pero esta vez el Depo con su presión constante y su juego por momentos hasta torpe por lo apresurado, desacomodaron e hicieron improvisar a este Pincha que siempre parece tenerlo todo planeado y meditado. Si bien el control del juego no lo tenían los de Ferraresi, la gran virtud de los de la B Nacional fue que tampoco lo tuviesen los de blanco y rojo. Así transcurrió el primer tiempo en cancha de Quilmes. Aunque los espacios para jugar la redonda existían, de tres cuartos de cancha para arriba la defensa del Charro cerraba naturalmente cualquier hueco. En la zona defensiva contraria, pasaba situación similar. El Chavo Desábato se consolidó como dueño y patrón del fondo. Se hizo responsable y no dejó penetrar a nadie con armadura azul y blanca. Por eso, las situaciones más claras para ambos equipos fueron ejecutadas desde fuera de las áreas: Friedrich, Menendez y Boselli, a los 24, 26 y 38 respectivamente.
Terminado el entretiempo, el Pincha pudo distribuir las cosas a su ritmo. El tiempo para acomodarse y enfriarse ya había sido suficiente. Era el momento de actuar. O, por lo menos, de aspirar a quebrar las líneas de Merlo y sorprender. Para intentarlo fue clave el ingreso de Mauro “el rayo” Fernandez. Además de su velocidad intratable y su facilidad para conseguir faltas a favor, pudo asociarse bien con Coria (quien anterior a su ingreso parecía perdido por su vínculo inconexo con Mauro Boselli). Pero los cuatro del fondo del Deportivo, con Almada como caudillo encabezador, siguieron firmes e incansables como en los primeros 45. ¿En el resto de la cancha? Demasiados errores. La chicharra sonó y el destino perfecto e inevitable fueron los penales.
Como lo marca el reglamente, la serie de cinco tuvo lugar. El primero en equivocarse y despertar la esperanza opositora fue justamente, el número uno en patear para el Pincha: Benitez. La sacó ancha a la derecha del arquero. Siguieron todos aciertos hasta el quinto y posible penal definitorio. De Muner eligió rematar a media altura y a la izquierda de Albil, quién triunfante puso las garras en el lugar correcto. Entonces, todo como al principio. El turno del uno y uno, la hora de la muerte súbita. Posteriormente a que Delgado errara el suyo, llegó la solvencia del conflicto. Sin que él lo supiera, siquiera lo sospechara, era ese minuto, tal vez dos, que consagraron a Capogrosso como responsable del acceso de su equipo a octavos de final de la Copa Argentina.
Mauro Fernandez ejecutó a la izquierda y los reflejos del gran Diego no fallaron. Siguió Menendez que con un tiro al medio, potente, como se definen los penales importantes, aseguró su poroto. Después, Desábato. Ese al que siempre se lo ve tan seguro, esta vez dudó. Y en su duda ofreció la oportunidad al guardametas de Merlo quien no titubeó. Atajó y todo fue festejo.
Como por arte de magia cualquier insignia roja y blanca desapareció. Esa cancha de Quilmes, más que nunca, era blanca y azul. Y todos los hinchas, entre el festejo hicieron silencio para escuchar al elegido por el destino, al, esa noche, tocado por la varita: “Esta es una alegría enorme. La quiero compartir con mi familia: mi señora, mi hija y mi viejo en especial. Este triunfo es un premio al esfuerzo y al compañerismo. Vinimos a no achicarnos, creíamos que se le podía ganar a Estudiantes en los 90, pero no pudimos. Sabíamos que si lo salíamos a atacar iban a quedar espacios e iba a ser peligroso, pero igual decidimos jugárnosla. Hoy, por suerte, me toco ser el héroe a mí”.




María Pozzo

Comentarios

Marcos ha dicho que…
Claramente estos partidos reflejan la increible paridad en la que se encuentra hoy el futbol argentino!
Excelente nota del partido... muy completa!

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